LA SEÑORA DEL ESPEJO
REFLEXIONES, RAYADAS Y OTRAS COSAS DE LA EDAD
De esto que llevas una temporada que no te ves del todo bien, pero no sabes muy bien por qué. No sabes si es el pelo, la ropa, ¿algo en la cara? Qué raro, es como si de repente salieses mal en todas las fotos, ¿Qué narices está pasando? ¿He perdido mi mojo, o qué?
Son varias pequeñas cosas, puntos sin conectar en tu cabeza, hasta que de repente BOOM, se unen y lo ves claro. TE ESTÁS HACIENDO MAYOR. ¿Cómo no te habías dado cuenta? Es una de esas cosas que la gente llama “bajones de la edad” y que van tan gradualmente que no notas hasta que un día se revelan frente a ti como una aparición Mariana, solo que aquí no hay ninguna virgen.
Un par de canas, ¿esto son patas de gallo?, y no sé, la piel de los pómulos, ¿Qué le pasa, se me está cayendo o es cosa mía?. Oye una cosa, ¿estas tetas antes no miraban a la luna? Y lo del metabolismo, coño, que ahora comes y sacas culo, que todo bien eh, pero que también es nuevo. Por no hablar de que finalmente vas a tener que dar la razón a las señoras de tu curro y apuntarte a pilates, porque entre la espalda y que ahora con moverte un poco ya no te estás como una piedra pues nada… ¡que tenían razón!
Manda narices, es que tú pensabas que eso no iba contigo, que lo de envejecer era algo que le pasaba al resto porque tú, tú eres joven y ser joven implica además de poseer todo lo arriba mencionado, la maravillosa idea de pensar que siempre será tuyo. Tus litros chorreantes de colágeno, tuyos para siempre. Tu energía desbordante. Tu culo duro porque has estado dos días subiendo sin ascensor al primer piso. Forever and ever. Tus pomulazos. La melenaca. Tú siempre siempre, siempre te repones bien de la resaca. ¿Y la gente? La gente es muy pesada con lo de cuidarse y la edad, eso no va contigo, porque tú FOREVER YOUNG. Es que ni te lo planteas, ¿acaso existe otra manera de ser? Es como los privilegios, cuando se poseen de siempre, se dan por descontados.
Pero ahora estás frente al espejo acordándote d tu madre. Tu madre cuando te decía que a veces se miraba y pensaba “¿Pero esa señora quién es, si yo sigo siendo la misma que con 18?”. Y a ti te provocaba ternura pero de soslayo, porque a ver, tu madre es tu madre y para ti no existe en un estado de juventud fresca y lozanía, pero es que además la protagonista de esa relación eres tú. CONTODALAVIDAPORDELANTEYESO. Y seguramente ahora lo que quieres es dar un abrazo a tu madre y decirle “joeeeer mama, ahora lo entiendo, me acabo de mirar al espejo y ¿qué onda? yo también he buscado a mi yo de 18 que fue ayer, o sea fue hace 16 años, pero un poco fue ayer”
Bueno a ver, no pasa nada, un ratito de drama y hay que recomponerse. Unas cremitas, un vestidazo y palante. La edad no importa, que no, que lo dicen tus libros feministas, que te estás rayando porque desde pequeñas nos han dejado claro que en una mujer está penalizado envejecer, pero tú que conoces la trampa, tienes que estar por encima de eso. ¿Verdad? ¿O no? ¿Por qué me sigue importando? ¿Por qué me estoy poniendo un filtro d ig para mandar la foto de “ya estoy saliendo” a mi grupo de amigas? De verdad, qué mierda, años trabajándotelo para que te diesen igual la celulitis y los complejos físicos y cuando ya te ibas llenando de poderío y amor propio…ZASCA, LA EDAD.
¿Y ahora qué? Se lo cuentas a tus amigas, que por supuesto son las más guapas del planeta (porque las quieres y las ves bellas y además porque lo son) y te saltan con que a ellas les pasa lo mismo. Pero bueno, un momento ¿Cómo es posible? Si para ti son diosas del olimpo. Nooooo. Algo falla, estamos hasta el cuello en las arenas movedizas del patriarcado. Tantas revistas, tantos anuncios, tanta crema antiedad, tanta famosa con hialurónico, tanto filtro “alisapieles”… han acabado haciendo mella en nosotras y no solo hemos asociado la juventud con la belleza, si no que además la hemos limitado a ese periodo y ahora se nos hace imposible encontrarla en otros lugares, otros tiempos, otros modelos…
Pues nada, manos a la obra. Si hemos sido capaces de empezar a ver bellos cuerpos diversos en las y los demás. Si hemos conseguido quitarnos la tontería de no ponernos faldas cortas en verano porque las piernas blablabla. Si por fin hemos llegado al punto de sentirnos cómodas en nuestro cuerpo y querernos un poco más. Podemos hacerlo otra vez, simplemente es un factor nuevo. Obviamente no va a ser fácil y no tenemos la solución porque nosotras lo sufrimos en nuestras propias carnes pero se nos ocurren algunas ideas:
-Dejar de repetirnos mensajes negativos y cambiarlos por positivos.
Muchas veces convertimos las ideas en creencias fijas de tanto repetírnoslas. El mensaje “Joer mira que arruga, antes no la tenía” fluye tantas veces en un bucle infinito en nuestra mente que nos deja una sensación mala, de tristeza, de bajona… Hagamos el ejercicio de darle la vuelta. No es fácil pero la idea es pensar 4 o 5 frases pensadas en positivo de cosas nuestras que nos gusten y recurrir a ellas cuando entremos en el otro bucle. Lo más chungo es identificar el momento, pero hay que estar atentas y zas! Esto es como todo, también podemos entrenar la mente, al principio costará más, hasta que salga solo.
-Apoyarse en las amigas, hagamos terapia de subidón.
Esto es fácil, si todas pensamos que “Mis amigas son las más guapas y a ellas las veo divinas” es porque a ellas les pasa lo mismo contigo. Pues en vez de desahogarnos en grupo contando que nos vemos mal el tal o el cual, démosle la vuelta. Digámonos todo lo bonito que pensamos, no vale con pensarlo, hay que verbalizarlo. Digámosle a nuestra amiga como le brilla el pelo, lo crack que es en el curro, lo valiente que está siendo con su relación, lo bonito que es su vestido… Seguro que creando este hábito creamos también autoestimas más potentes.
-Buscar referentas y convertirnos también en una.
Sí, nos faltan mujeres maduras en las revistas, en el cine, en la tele… pero por dios, si hay actrices de 25 interpretando el papel de madre de un actor de 30. ¿¿¿CÓMO NO NOS VAMOS A TARAR??? Pero haberlas, haylas. Vamos a buscarlas, señoras con éxito que se ha abierto camino y encima tienen rollazo (que puede ser cualquiera, el que a ti te guste). Señoras escritoras, activistas, científicas, filósofas, señoras que ves por la calle y que te da igual su trabajo porque tú lo que piensas es “ey, menudo flow”. Busquemos referentas de calidad, compartámoslas, mostrémosles nuestra admiración y sigamos su camino convirtiéndonos en señoras que inspiren a las niñas de hoy.
-Comparaciones justas.
Vale que si miras una foto de hace 10 años y te ves esos pómulos que tocaban el cielo, pues lo mismo dices “Que me devuelvan mi colágeno ya!!!” Pero seamos justas. Han pasado 10 años, ¿Cómo te sentías entonces? Seguramente en ese momento tenías otros complejos o dudas. Incluso puede que cuando vieses la foto en el momento dijeses “Qué horror”. Lo que de verdad da miedo es pasarse la vida sin apreciar el ahora. ¿De verdad queremos esperar 10 años para vernos bien en una foto de hoy?” Piénsalo, da bastante pena. ¡CAMBIO DE CHIP YA!.
-Ya les ha pasado a otras, antes.
Suerte que estas cositas que nos pasan (lo personal es político) ya les ha pasado a otras antes y algunas de ellas han reflexionado largo y tendido sobre ello. Así que, y aunque la teoría sea una cosa y la práctica otra, leerlas nos puede ayudar. Hay un montón de ensayos que explican como el canon de belleza nos tiene sometidas desde hace décadas. Por ejemplo, tú te lees “El mito de la belleza” (que por cierto lo acaban de reeditar, yuju) y mandas las bragas reductoras a tomar vientos antes de la página 10.
No es la formula mágica, pero ayuda.
-Compartir.
No te lo guardes, normalicemos las dudas y las rayadas, sin dedicarles tiempo de más pero sin tener que disimularlas. A veces poner en común ayuda a darte cuenta de que estás en el mismo punto que otra gente y juntas es más fácil encontrar caminos.
-Asimilar que no todos los días te vas a ver cañón y que no pasa nada.
Mira no, no somos perfectas, ni 100% bellas, ni tienes que amar tus estrías si no te sale. Vamos a dejar la felicidad extrema para las carpetas de instituto y seamos realistas. Habrás días que te veas pibón, habrá días que no tengas buena cara, habrá días para todo los gustos. Y-NO-PA-SA-NA-DA. Que una mala cara no te quite unas cañas con las amigas eh, eso nunca.
-Pensar en las cosas buenas que nos da la edad.
No sabemos vosotras, pero esta cabeza cada vez más amuebladita no la cambiamos por nada. Con el trabajo que nos ha costado llegar hasta aquí. Es más, nuestra meta es convertirnos en esa señora del curro que a va a jubilarse y que sabes que todo le resbala, que se atreve a decir su opinión y se queda tan ancha… ídola. La edad nos da muchas cosas buenas y de vez en cuando hay que ponerlas en valor.
-No olvidarnos nunca de que la vida es muuyyyy corta, a ver si la vamos a perder con esta gilipollez.
Y sobre todo tías, no nos olvidemos de quitarle importancia a todo, a casi todo, al 99,9% de las cosas. Hay que quitarle drama a la vida en general, que luego vienen los palos y todas las tonterías pasan a un plano muy muy lejano. Seamos disfrutonas con estos cuerpasos y cuidémoslos mucho, que nos tienen que durar hasta que nos jubilemos en Canarias y el primer brindis de cada día sea un dakiry de fresa con las colegas (prometido). SALUD!
QUIERE CADA DÍA A LA SEÑORA DEL ESPEJO, QUE LO MOLA TODO Y MÁS.
Cristina Alonso y Cristina Valbuena.
