¿QUÉ ES EL PRETTY PRIVILEGE?
Cuando en la vida la belleza es sinónimo de éxito
Si alguien nos pregunta sobre los privilegios, pensaremos en algunas ventajas que unas personas tienen sobre otras. Privilegio económico, estatus social, raza o género son los primeros que nos vienen a la cabeza. Ricos, sobre pobres. Blancos sobre negros. Hombres sobre mujeres.
La belleza es un privilegio y tiene más valor aún en las mujeres.
La apariencia es algo que brinda muchas oportunidades. Y como siempre, socialmente está se juzga más en las mujeres, dando como resultado que las consideradas como “más guapas” tengan ciertos privilegios sobre el resto. Ese accidente de nacimiento, que te hace más agradable a la vista, determina en muchas ocasiones el éxito. Cuando una mujer nos resulta “visualmente agradable”, se le suele atribuir más sociabilidad, inteligencia e incluso más salud. Y esto pasa desde la guardería, donde ya empezamos con ese sesgo cognitivo en el que las niñas guapas llaman más la atención y son más “riquiñas”. Si desde pequeñas nos dicen que somos monas, nuestra personalidad se fragua de una forma diferente que si nos consideran feas. La confianza en nosotras mismas, que desarrollamos a lo largo de nuestra vida, puede depender de ese “pretty privilege” que nos cuelgan.
¿Entonces no se puede ser fea?
No, lo demuestra la economía.
Los privilegios de las personas guapas son tan evidentes que hay una rama de la economía que lo estudia: Pulchronomics, el estudio de la economía del atractivo físico. Entre los hallazgos, está por ejemplo demostrado, que las personas consideradas atractivas tienen mayores salarios. WTF? Sí. O sea que por el simple hecho no cumplir con un estándar de belleza, nuestro sueldo se puede ver disminuido aún más de lo que ya se ve afectado por “nuestra condición” de ser mujeres.
¿Pero si la belleza es subjetiva?
Sí, pero hay unos cánones estándar que nos han metido en el coco para detectar qué nos parece bonito o feo. La belleza es, por supuesto, subjetiva, pero eso no significa que la belleza percibida no tenga consecuencias sociales y económicas reales. Es por eso por lo que estamos siempre intentando cumplir ese estándar, precisamente y sin darnos cuenta para poder tener nuestro “Pretty Privilege”. Te maquillas, te vistes, te peinas, de miras al espejo e incluso juzgas a los demás con ese inconsciente impulso de pertenecer a ese grupo de agradables a la vista que encajan mejor en cientos de cosas de la sociedad. En el trabajo, en las redes sociales, en la puerta de una discoteca, en los medios… “la guapa” triunfa, “la fea” se lo tiene que currar el triple.
¿Alguna vez has sido más amable con alguien porque era atractivo? ¿Alguna vez has tratado peor a alguien por ser feo?
NO deberíamos evaluar a las personas por su belleza. Jamás debería ser un factor determinante. Todos tenemos millones de cualidades que deberían ser principales. Habría que quemar esos ideales eurocéntricos y gordofóbicos tan arraigados en cómo percibimos la belleza y la deseabilidad de los demás, en concreto las de las mujeres.
Las mujeres necesitamos que la sociedad comience a reconstruir lo que consideramos estándares de belleza en primer lugar. Si bien es cierto que es complicado resistirse a los encantos de aquello que nos resulta bello, quizás la solución pase por hacer el esfuerzo de reconsiderar los estándares de lo que es “atractivo”. Únicamente ampliando el canon de belleza a modelos cada vez más diversos y alejados de la norma podremos eliminar este privilegio que no hace si no significar una forma de injusticia más.
Aprendamos a apreciar la belleza en todas sus diversas formas.
Miremos un poco más cómo somos por dentro.
Porque el Pretty Privilege es un privilegio de mierda.
Cristina Valbuena y Cristina Alonso.
